La dualidad de Nicole Favre

La joven sensación del pop peruano estrena disco y aprovecha la ocasión para revelar una nueva faceta de su carrera: a lo largo de 15 canciones, somos testigos del rompimiento de sus propios juicios, hecho que la lleva a entender las emociones humanas como realmente son: un proceso constante de claroscuros.

En la trayectoria de todo artista siempre existe un momento de redefinición: luego de sortear los nervios e influencias del debut, así como dar los primeros pasos dentro de la industria, quienes se dedican a la música suelen hacer dos cosas: regresar a la raíz para reencontrarse con la emoción que los impulsó a dedicarse al universo sonoro, o bien, expandir su universo creativo a terrenos nunca explorados para ofrecer obras de mayor madurez y ambición.

 Nicole Favre, intérprete y compositora sensación del pop peruano, se inscribe en el segundo bloque de artistas, pues con ‘Niña Buena’, su nuevo disco, ha decidido explorar una faceta poco conocida no sólo de su música, sino de su propia personalidad, pues como ha declarado, este álbum representa “mi rompimiento con muchas ideas preconcebidas y juicios internos que he cargado por años. Quiero mandar un mensaje de rebeldía e independencia ante los cánones, pero también de entender la dualidad que nos caracteriza como seres humanos, para tratar de generar una conexión real con los demás”.

Y es que a lo largo de las 15 canciones que dan vida a ‘Niña Buena’ (entre las cuales podemos encontrar algunas conocidas como “Mancora”, “Así de Simple”, “Ley del Hielo” y “Netflix & Chill”), notamos la curiosidad de Nicole por explorar aquellos espacios de su ser que permanecían inexplorados, con tal de mostrar que las emociones y pasiones que nos mueven no siempre se categorizan en “buenas” o “malas”, sino que son parte de un espectro más amplio y complejo.

 Muestra de lo anterior es “P0rn0 Gr@t1$”, sencillo que acompaña este lanzamiento. Desde el título, totalmente provocativo, encontramos la necesidad de Nicole por llamar nuestra atención de forma banal para hablar de un tema más profundo, pues usa el morbo para hacer una crítica al género masculino, siempre dispuesto a consumir pornografía en lugar de crear conexiones reales con quienes les rodean.

 

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